sábado, 10 de noviembre de 2012

The List

Aquí, mi corta pero eficaz lista de todas las cosas en las que somos diferentes,  y por las cuales estoy alegre y orgullosa de no parecerme a vos.  Y por las cuales ser yo no está tan mal, y no me desagrada tanto.

  • ¡AMO la música! Soy sensible y me identifico con notas musicales. Sé mucho de música pero no por snob, no por alguien que ha estudiado y conoce de musicología; sé de música de la forma más humilde posible. Para mí, la música es como una amiga que redescubro todos los días, y todos los días me emociono cuando descubro una canción nueva. Me encanta, la amo. Cada vez que pongo play siento ese excitement cual nene que agarró la sortija en la calesita. A ella no. No sabe ver lo hermoso de algo que no se puede palpar.
  • Y hablando de excitement, yo me emociono. Siento una alegría desbordada, hasta la cosa más simple e insignificante me causa emoción, y las cosas enormes me causan vuelcos de alegría. Desde algo tan banal como una papa frita. Ella no se emociona con casi nada.
  • Yo siento las emociones de los otros-- me pongo muy triste cuando alguien al lado mío sufre, e irradio felicidad cuando la persona a mi lado está feliz. Me pongo feliz cuando alguien está feliz. Yo sonrío de oreja a oreja cuando el otro está en un buen momento. Ella no se pone en la piel de nadie.
  • Y hablando de sentir las emociones de otros, la gente suele acercarse a mí cuando necesita de alguien. No me refiero a amigos, cuando digo todos me refiero a todos. La gente me intercepta en medios de transporte como colectivos, combis o trenes, y empiezan a contarme sus problemas quizá en búsqueda de oído o quizá en búsqueda de una solución. Una mujer me habla sobre su hijo que se fue de su casa por peleas y me pide que la ayude y que hable con él, otra mujer me habla sobre que está separada y que su hijo se lleva todas las materias en el secundario y no sabe qué hacer como madre soltera, otro me habla de sus ataques de pánico y los problemas de ansiedad que lo aquejan, otro sobre una enfermedad congénita que padece y me invita al teatro, la primera vez que vi al padre de mi novio quiso contarme muchas de sus dudas e incertidumbres así como sus tantas victorias. A ella no la busca la gente. Ella es sólo otra más del pajar. 
  • Si bien no soy el ejemplo estrella de la autoestima, yo no necesito hacerme cirugía estética, teñirme el pelo, tatuarme los ojos. Yo estoy bien con una remera y un jean, no creo que mi aspecto físico sea lo más importante, sino la sonrisa que puedo poner cuando algo me emociona o me parece bello. Y eso es suficiente.
  • A parte de los títulos y los trabajos, me emocionan muchas otras cosas. Cosas gratis y pequeñas para las cuales sólo necesito lápiz y papel: me gusta escribir. Me gusta sacarme una radiografía del alma y exponerla a quien quiera verla. Me gusta abrir mi corazón, y me encanta hacerlo mediante la literatura. Yo hago algo que ella no hace: yo creo. Pero no creo de creer, sino creo de crear. A mí me gusta CREAR. Tomar algo de la nada, algo que flota en el eter, y materializarlo. Crear una pieza única e irrepetible. 
  • Yo confío en la gente por más que me hayan lastimado un centenar de veces. No importan las traiciones, las ofensas, las humillaciones, los malos tragos. Al final, yo siempre veo la luz en la persona.
  • A mí me gusta leer. No soy entendida, no soy una snob de la literatura. ¡Nunca en mi vida leí a Mario Vargas Llosa y me aburre Gabriel García Márquez! Detesté Cien Años de Soledad. Pero me gusta leer tanto como me gusta la música: me emociona! ¡Me pone feliz!  Amo ver lo que otros pudieron crear.
  • No está en mis objetivos hacer daño casi nunca. Tengo mis deslices y a veces hiero, pero sólo cuando la circunstancia me rebalsa y saca lo peor de mí. No aprovecho cada huequito para meter un comentario hiriente, ni saco ventaja de cualquier situación que dé el mínimo espacio a denigrar al otro. No doy vuelta ni retuerzo el tema para mágicamente criticar la personalidad, las hazañas, las proezas o los fracasos del otro. Ella sí. Las aprovecha todas.
  • Yo no tengo un título universitario, y no puedo conseguir trabajo, y no soy tenaz. No puedo plantarme cuando alguien viene a amedrentarme, no puedo pararme en dos patitas y decir ACÁ ESTOY YO Y NADIE PUEDE OCUPAR EL LUGAR QUE YO ESTOY OCUPANDO, NI SENTARSE DONDE YO ESTOY SENTADA, NI PONERSE DONDE YO ESTOY PUESTA. No soy así. Intento serlo, cada día intento poder mirar a los ojos de mi interlocutor con garra. Pero lo intento. Trato. Intento. Intento y todos los días vuelvo a intentar. 

Y algún día habrá fuego en mi mirada, junto con mi sonrisa. Y no sólo que ser yo no me parecerá tan mala idea, sino que, además, ser yo me parecerá fogosamente ESPECTACULAR.