SOLUCIÓN
Ya mis partes no las podía articular.
Estaban todas separadas frente a la ventana
y yo pensaba, pensaba, pensaba
pero seguía desarmada.
El cielo se bajaba vertiginoso
como en el circo, en sus números de acrobacias.
Pero frente a la ventana
yo sólo miraba, miraba, miraba.
Mis trozos se morían azules,
violetas por hipotermia de soledad.
Tenía a mis partes sueltas,
y como todo intento resultó poco,
decidí fundir todas mis trizas en el plomo.
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