Lo que más me gusta de leer a Samuel Beckett y a Harold Pinter es que, all in all, si leés muchas obras de ellos seguidas una atrás de la otra, tu cerebro se va transformando progresivamente en un gran y sólido prisma.
DAME TU LUZ BLANCA QUE YO TE LA HAGO LISERGIA, CAGÓN.
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