TERCERA PERSONA
Mientras me desabrochabas la camisa
solos en aquella habitación,
yo trepé de mis manos,
toda traslúcida
por poco invisible,
y salí por los orificios de mi nariz.
Entonces huí por la ventana.
Me fui de techo en techo,
dejando junto a vos a mi cuerpo vacante
ausentándome entre callejones.
Mientras me acariciabas,
yo en realidad me agitaba afuera
extracorpórea
lejana
y abandónica.
Es que en esta cama
- qué digo en esta cama -
en este lecho,
yo ya no estoy.
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